Estoy aquí una vez más tecleando para ahogar mis penas en el ordenador.
No suena el teléfono, no hay llamadas tuyas, ni un mensaje, ni una voz, ni un susurro…
Mi voz está estancada en mi garganta, no quiere salir más por hoy, no para provocar más lágrimas en mis ojos que brotarán de ellos al saber que estoy hablando sola de nuevo.
Pienso en si debería ir yo otra vez, pero sería caer en el mismo juego de siempre, en el mismo ciclo…no creo que tenga ni las fuerzas, ni las ganas suficientes de hacerlo. Además nunca se había dado esta situación, no hasta hoy, pero en este momento cuando ni los estudios pueden entretener mi mente, se nota que ya nada es lo mismo sin tu voz.
Lo más triste y frustrante es que estoy sola, pero sola sin ti…
Mire hacia donde mire solo hay espacios vacios, huecos del alma ya que están solos…todo carece de sentido una vez probado tu amor y al haberlo perdido.
Siguiendo los dictados de la división del alma de Platón la mía podría inclinarse a la irascible pero no dispondría de la fuerza suficiente para mantenerla siempre en pie, asique supongo que mi alma se caracterizaría en el alma concupiscible; aquella que es constituida por la parte apetitiva, origen de los deseos humanos, aquella designada para los hombres y mujeres débiles, sin sentido que no pueden ni sostener sus propios cuerpos para seguir…
Ya no me quedan fuerzas…
Tú un día me dijiste;
“Mira al cielo, y sea en el lugar que te encuentres yo lo estaré mirando, contemplándote y en la noche buscaré a la estrella que más brille si no está conmigo hoy. Nunca estás sola”
Pero cabe a pensar que este hueco en mi pecho, mis lágrimas huecas y mi aliento cortado por el poco viento que recorre mi habitación señalan mi soledad.
Esta vez sí que el tiempo se para, quiere consolarme pero no puede porque no hay consuelo que hallar en un alma vagante entre las nubes de la triste soledad…
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